La persistencia constante de Satie en la música no debería resultarnos llamativa. Es ciertamente un compositor que vive por fuera de las salas de concierto, lejos de las cátedras de contrapunto y armonía, y ni siquiera aparece en los programas de historia de la música. Vive en lo que queda fuera de esos sistemas. Su figura es la de una anomalía persistente, un enigma que el canon aún no ha sabido domesticar. A cien años de su muerte, su legado sigue sin resolverse: ni absorbido, ni superado, ni rechazado del todo.
A diferencia de otros grandes renovadores de la música occidental —como Schoenberg, Debussy o Stravinsky—, Satie no fundó escuela, ni propuso un sistema, ni dejó un método. Su influencia no se transmite como doctrina, es más bien un desplazamiento, un susurro irónico que emerge de los márgenes.
Dedicarse a Satie, hoy, es atender a la posibilidad de una música sin grandeza ni miseria, sin finalidad ni espectacularidad, que simplemente insista en existir como interrupción. Es una oportunidad para pensar el arte desde el margen, desde el desvío, desde la singularidad que no se ajusta a la norma.
Programa:
*La clase incluye material bibliográfico
Día y horario: Martes 01/07 19 hs (ARG)
Modalidad: virtual vía ZOOM -la clase queda grabada y disponible por 7 días-